La visión idealista de una vida a bordo, viajando y conociendo, puede parecer que son unas eternas vacaciones pero es un error, la vida en la mar es dura, muy dura y no nos la planteamos para el resto de la vida si no para unos años. Estar constantemente pendientes de la meteorología, partes, seguridad a bordo, mantenimiento, enfermedades, comida, averías, puede desde tierra parecer un trabajo menor pero es fundamental poner todos y cada uno de esos aspectos por delante del ocio, no hay que olvidar que estarás solo ante cualquier eventualidad y si no te anticipas, cualquier problema puede acabar con tu aventura o hacértelo pasar realmente mal, aun siendo meticuloso en todos los aspectos ese día llegara, pero si has hecho los deberes, primero no tendrás nada que reprocharte y segundo afrontaras mejor lo que acontezca, quizás el resultado final sea el mismo pero como dice un marino amigo mio, la diferencia entre un capitán bueno y uno malo es que el bueno sabe donde y por que le pasan las cosas.
Antes de ese momento, la decisión es meditada largamente, imaginada hasta el extremo, y la preparación dura años, en nuestro caso aproximadamente 7, programando la vida de forma que al desprendernos de todo, coches, motos, móviles, seguros, impuestos, pagos superfluos, venta de todo lo vendible, nos quedaran unos mínimos recursos que nos permitieran vivir navegando en otro mundo que no sea el primero, donde la presión fiscal y social, la oferta y la demanda, no dejan que las personas vivan, disfruten del tiempo que les ha sido concedido en su totalidad, decidiendo donde ir, que hacer en cada lugar y cuanto tiempo quedarse allí. Seguramente esto es una visión idealista de este modo de vida lo que viene siendo una ilusión, un proyecto para los próximos años en el que el dinero, el estatus, los amigos, la familia etc, pasan a un segundo plano, en el primer plano esta el exprimir, gastar, usar el tiempo que tenemos haciendo de ese tiempo el valor más importante y poniéndolo por delante de todo.
Personalmente he llegado a la conclusión de que echo de menos alguno de mis años de juventud, sobre todo uno en el que me extenderé mas adelante, ese año sabático en el que vendí todo para correr una aventura, la viví, y pensé que no lo repetiría nunca mas, por la edad, por el contexto social, el lugar, etc, pensé que seria irrepetible encontrar de nuevo esa sensación de libertad y descubrimiento diario y así fue, la busque en multitud de hobbies, aficiones y deportes, desestimando encontrar algo parecido y achacándolo a la edad, los desengaños, los palos, que la vida va pasando y te resignas a que aquello no volverá, pero entonces el verano del 2012 con Marie, me di cuenta durante nuestras vacaciones que eso podía volver, repetirse, hubo muchas casualidades, hay quien lo llama destino, quien sabe… Marie con tiempo por delante, ( en el paro ) yo acabando la temporada de trabajo antes de tiempo, el barco preparado, Septiembre, sol y calor, …partimos durante 50 días, en los que hubo de todo, lluvias, vientos, baños, estupendas comidas y paseos, pero sobre todo gestión del tiempo y ausencia de obligaciones, que no fueran las propias de la seguridad nuestra, del barco, y de las provisiones, de repente un día volviendo al barco una noche con el dinghi en el puerto de Mahón, después de cenar, con la mar plana, entrada la madrugada y con una luna llena blanca y perfecta, la mire a los ojos, ella me miro y lo sentí, lo encontré, volvió de nuevo esa sensación, era la libertad, eso es lo que quería, lucharía y renunciaría a lo que hiciera falta para conseguirlo.